Cuando estamos empezando a ganarle el pulso a la pandemia, aparece el último de sus desafíos. Los trastornos mentales por la covid llevan camino de convertirse en la cuarta ola. Crecen especialmente la ansiedad y la depresión.

Tenemos vacunas, bajan los contagios y bajan los fallecimientos. Aunque le estemos ganando la batalla por esos frentes, el impacto de los trastornos mentales por la covid ha crecido. El problema deriva no solo de la enfermedad en sí, sino del propio confinamiento.
Las secuelas físicas y mentales de muchos de los pacientes que estuvieron graves ha provocado un aumento importante de los trastornos de ansiedad (17 %) y depresión (14 %). Estrés postraumático e insomnio también han crecido. Además, un 2 % de los pacientes han sufrido demencias vasculares tras ictus producidos por la covid.

Este tipo de trastornos afectan a todos en menor o mayor medida.

Pero los trastornos mentales por la covid no afectan solo a los pacientes de la enfermedad. También a la población general. Con 80.000 fallecidos por la pandemia, son miles las personas que han tenido que lidiar con la pérdida de seres queridos. Como sabemos, algunas veces se produjeron en situaciones muy difíciles, sin poder acompañarles en sus últimos momentos. Es decir, sin posibilidad de un duelo. El resultado ha sido un incremento de trastornos de la ansiedad, depresión y trastornos obsesivo-compulsivos, sobre todo hipocondríacos.

El confinamiento, detrás de muchos de los trastornos mentales por la covid.

Más allá de la enfermedad, la situación excepcional de confinamiento también ha pasado factura a la salud mental. La soledad, el aislamiento social, la incertidumbre y la sobre información sobre noticias abrumadoras de la pandemia fueron habituales durante el periodo de encierro. A ello se sumaron muchos problemas económicos y sociales a causa de ERTES y pérdidas de trabajo.
Entre los problemas derivados directamente del confinamiento, los psiquiatras hemos observado muchos trastornos adaptativos por esas dificultades sociales y económicas. También se ha registrado un aumento del consumo de alcohol (aunque durante el confinamiento bajó el consumo de otras drogas).

El impacto psicológico de la situación del estado de alarma también ha afectado a la población adolescente. Al reducirse el contacto presencial, ha habido menos casos de bullying en colegios e institutos. Pero por otro lado se han registrado más problemas de depresión, aislamiento, impulsividad y producción de autolesiones.
Cuida tu salud física y mental, y contacta con un especialista en salud mental si necesitas ayuda.